"Viajar al hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Taiz implica volar desde Djibouti, un pequeño país en el cuerno de África, hacia el noreste a través del Mar Rojo hasta Sana’a en Yemen, y luego conducir unas ocho horas hacia el sureste hasta las afueras de Taiz, cerca de la línea del frente. Viajamos a través de los paisajes montañosos más asombrosos y abruptos, pasando por numerosos pueblos ubicados en las laderas de las montañas o en valles exuberantes, y atravesando varias ciudades bulliciosas y puestos de control.
Las vistas son muchas y variadas. Hay muchos grupos étnicos diferentes como resultado de la historia diversa de Yemen. Ves a hombres mayores que portan con orgullo sus trajes tradicionales, con sus "jambiya" (dagas) de curvas cortas metidas en sus cinturones; mujeres en sus abayas y pañuelos negros, algunas con coloridos vestidos y bufandas; ves también a muchos jóvenes con Kalashnikovs que rebotan sobre sus hombros; cabras, camellos, pequeños burros de carga, gallinas y una plétora de autos antiguos y maltratados. La agricultura es abundante pero, lamentablemente, es evidente que una gran parte de ella está dedicada a la producción de qat (una planta estimulante producida localmente). Hay muchas frutas y verduras frescas en los mercados, al igual que infinitas y coloridas bolsas de plástico esparcidas por todo el campo.
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Es obvio que las personas de la ciudad y los suburbios de Taiz, así como quienes viven en pueblos circundantes, están sufriendo un estrés extremo en sus vidas. Alimentar y apoyar a una familia es muy difícil, y el tipo de cambio aumenta a diario. La infraestructura pública está muy fracturada, así que los servicios de energía, agua, alcantarillado, recolección de basura, educación y salud no siempre están disponibles.
En todo el país, muchos médicos, enfermeras y otros integrantes del personal sanitario han seguido trabajando en los hospitales públicos y centros sanitarios sin recibir un salario durante más de 18 meses, casi sin equipo o suministros que les permitan ofrecer una atención adecuada. Los servicios públicos están disponibles, en cierta medida, debido a los proveedores privados con generadores y camiones de agua, y MSF proporciona asistencia médica y apoyo a la infraestructura pública. Muchas personas han huido a Taiz para buscar refugio después de haber sido desplazadas de sus propios pueblos y viven con sus familiares o sobreviven en tiendas de campaña en las colinas cercanas.
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El hospital de salud materno infantil de MSF en Taiz, en el distrito de Al-Houban, funciona desde 2015. Es el único centro que brinda atención médica materna e infantil de forma gratuita a una población de alrededor de 600.000 habitantes, pues los hospitales del gobierno local en su mayoría no están en funcionamiento, o están bloqueados debido a las líneas del frente. Es un centro sanitario muy agitado, y cada mes, en promedio, vemos a 2.500 pacientes ambulatorios, 700 pacientes en el departamento de emergencias, atendemos más de 550 partos y hacemos 200 admisiones pediátricas. También tenemos un cunero para neonatos con capacidad de 36 camas, oxígeno, antibióticos, calor y medicamentos.
Cada vez es más difícil satisfacer las necesidades de la comunidad. La demanda por apoyo nutricional está creciendo; y si bien hay comida disponible, no todos los locales tienen dinero para comprarla, especialmente a precios tan inflados. Tenemos un programa de alimentación para pacientes ambulatorios y hospitalizados. Todos los días me siento perturbada al ver a los niños extremadamente desnutridos, con miradas perdidas; junto a sus madres que obviamente sufren debido al dolor que provoca cuidar a un niño en esa condición. Es difícil imaginar cómo sus diminutos cuerpos cobran vida. Recientemente, admitimos a un niño de ocho meses de edad que pesaba solo 1.5 kg y padecía cólera y tenía un problema cardíaco congénito que no había sido tratado. Rehidratado, llegó a pesar sólo 1.9kg.
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Antes de la guerra, la familia había estado comprando Factor 8, una proteína para la coagulación de la sangre que no pueden producir quienes padecen hemofilia. Era costoso, y aunque la madre se la daba a sus hijos por vía intravenosa en el hogar, era una dosis mucho más baja que la necesaria para prevenir la hemorragia por un traumatismo mínimo. Este niño sobrevivió a su hemorragia cerebral con atención en nuestro hospital, recuperó el conocimiento, pero sufrió daños en su cerebro y todavía necesitaba atención diaria de tiempo completo. Su amorosa madre lo llevó a su casa en el pueblo para atender sus necesidades y alimentarlo, mediante una sonda nasogástrica, con comidas licuadas.
En Yemen hay muchos niños que padecen por las consecuencias a largo plazo de afecciones médicas que no han sido tratadas ni diagnosticadas. Muchos bebés llegan a la sala de urgencias después de haber nacido en casa o en algún tipo de instalación médica privada, con asfixia neonatal o sepsis, que a menudo se encuentran gravemente enfermos o que están muertos a su llegad. Las familias a menudo viajan durante muchas horas en transporte privado para llegar al hospital. Mi habilidad como pediatra es desafiada todos los días y estoy extremadamente agradecida por la maravillosa experiencia y tutoría que he tenido en mi entrenamiento y trabajo durante muchos años."