Aunque algunos centros de detención cerraron en 2020, miles de personas (adultos y niños) permanecieron recluidas en condiciones de hacinamiento e insalubridad, con insuficiente comida o agua, poca atención médica y sin posibilidad de distancia física. Médicos Sin Fronteras siguió prestando atención médica y mental en los centros de detención de Trípoli, Joms, Zliten, Zuara y Zintan. Nuestros equipos también trabajaron para mejorar el suministro de agua y la disponibilidad de otros servicios básicos, reforzar las medidas de prevención del COVID-19 y derivar los casos más vulnerables a las agencias de protección.
En febrero, un eritreo de 26 años perdió la vida en un incendio en el abarrotado centro de detención de Dar el Jebel, en Zintan. Dimos apoyo psicológico a los supervivientes y distribuimos artículos de primera necesidad para reemplazar lo que se había perdido, al tiempo que reiterábamos nuestro llamamiento contra la detención arbitraria de migrantes y refugiados en Libia.
La gran mayoría de los 650.000 migrantes que se estima hay actualmente en Libia malviven en la calle, expuestos a los arrestos y detenciones arbitrarias, la trata de personas, la explotación y la violencia. La mayoría de personas que acaban siendo detenidas son enviadas a cárceles clandestinas administradas por traficantes de personas, y no a prisiones oficiales. En Bani Walid, nuestros equipos ofrecieron atención médica general y derivaciones médicas a refugiados y migrantes que habían escapado del cautiverio y a víctimas de tortura y trata.
A lo largo de 2020, refugiados y migrantes sufrieron muchas agresiones, por ejemplo, en los puntos de desembarco donde la Guardia Costera libia devuelve por la fuerza a quienes intentan huir. El 28 de julio, nuestros equipos respondieron con atención médica y psicológica, tras un tiroteo en un desembarco en Joms, que provocó la muerte de tres adolescentes.
La atención de personas con tuberculosis es otra de nuestras actividades en Libia. Nuestros equipos trabajan en tres centros especializados: dos en Trípoli y uno en Misrata (este último, una clínica de 17 camas que abrimos en marzo).