De enero a marzo, Médicos Sin Fronteras dirigió una clínica en la capital serbia, Belgrado, que ofrecía atención médica general, salud mental y apoyo social para personas vulnerables. También brindamos atención médica y salud mental a quienes llegaban a Bosnia-Herzegovina. En ambos lugares, nuestros equipos atendieron a personas que habían sufrido violencia física a manos, presuntamente, de funcionarios y guardias fronterizos croatas y húngaros. Además, brindamos asistencia a personas cuya salud se había visto afectada por las malas condiciones de vida y refugio, la falta de acceso a atención médica y la escasez de alimentos, ropa limpia e higiene.
En los primeros meses del año, la pandemia de COVID-19 provocó grandes bloqueos en la región, lo que impactó en nuestras actividades y en las personas a las que asistíamos. Al bajar las temperaturas y aumentar los casos, los migrantes que vivían fuera de los centros de acogida fueron trasladados a campamentos, donde se vieron obligados a quedarse.
En diciembre, regresamos a la región para atender, mediante clínicas móviles, a las personas que habían quedado varadas cerca de las fronteras, donde estaban además expuestas a la violencia.