La diferencia entre la vida y la muerte: un parto complicado en República Democrática del Congo

Una mujer embarazada siendo examinada en Masisi, República Democrática del Congo. Foto ilustrativa.Sara Creta/MSF

En el hospital de Walikale, en República Democrática del Congo, la partera Claire y su equipo debieron tomar decisiones rápidas para salvar la vida de un bebé.

Por Claire Harper, partera estadounidense trabajando para Médicos Sin Fronteras en República Democrática del Congo.

«¡Cómo me encantan las buenas historias de nacimientos! Como partera, ¿cómo podrían no gustarme? Después de todo el arduo trabajo y la adrenalina del trabajo de parto, en ese momento, una nueva vida llega al mundo. Es la mejor experiencia que podemos compartir con las familias.»

Confianza y traducción

La barrera del idioma crea una gran distancia en ese momento, por lo que, en Médicos Sin Fronteras (MSF), la atención directa a los pacientes está a cargo principalmente del personal local.

Soy hablante nativa de inglés, pero aquí en Kivu Norte, en la República Democrática del Congo, el francés es el idioma del ámbito profesional, mientras que la mayoría de la gente habla suajili en sus hogares. Por eso, cuando hablo con los pacientes, tengo que pedirle a uno de mis colegas que traduzca mi francés con acento americano al suajili y esperar que el mensaje llegue a entenderse.

Tengo que confiar en que mis colegas se comuniquen claramente con los pacientes por mí, para asegurarme de que estos entiendan su condición y planes de cuidado y que puedan tener un consentimiento informado en cada paso del camino. Esto es especialmente importante durante las emergencias obstétricas.

Afortunadamente, durante una emergencia el lunes pasado todo salió bien….

Un parto complicado

Llegué a la sala de partos por la mañana, como de costumbre.

El servicio nacional de salud, o Bureau Central du Zone, recientemente contrató a algunas parteras nuevas muy necesarias para nuestro servicio de maternidad. Cuando llegué, dos de ellas, que aún no han terminado su orientación en el hospital, estaban trabajando junto a una tercera partera que estaba haciendo un reemplazo por el día.

Les pedí información sobre las pacientes que estaban allí, y rápidamente me dijeron que estaban en el proceso de ingresar a una mujer completamente dilatada con un parto de nalgas. Esto significa que el bebé está llegando “al revés”-con su trasero por delante en lugar de su cabeza-, lo que crea un riesgo de complicaciones.

En mis prácticas en los EE. UU., habrían estado preparando a la paciente para llevarla al quirófano. Sin embargo, aquí, un parto de nalgas completo no indica que se necesite una cesárea. Especialmente porque esta mujer tiene un historial de partos vaginales sin complicaciones.

¿El primer bebé?

Dada la situación de personal en la unidad, decidí que quería llevar a cabo el parto y todos, incluida la madre, estuvieron de acuerdo rápidamente. Discutimos los pasos a seguir para traer al mundo a un bebé que venía de nalgas y nos aseguramos de tener todo lo que necesitábamos para la reanimación neonatal.Le avisamos al médico lo que estaba sucediendo y vino a la sala de partos para presentarse a la paciente y registrarse con el equipo.

Evalué el abdomen de la madre y presentí que podría haber dos bebés allí… pero no me detuve en esa idea porque el primer bebé estaba llegando.

Un parto por cesárea en la República Democrática del Congo.

La bebé nació de nalgas sin complicaciones. Pero, obviamente, había otro bebé justo detrás de ella. Cuando hice un examen para establecer la situación del segundo bebé, mi corazón se detuvo… El cordón umbilical estaba delante de la cabeza. No era una buena noticia.

Cuando la cabeza desciende hacia la pelvis, comprime el cordón umbilical y corta el suministro de sangre al bebé. Esta es una emergencia llamada “prolapso de cordón umbilical” e indica que se debe realizar una cesárea lo más pronto posible.

Dejé mi mano en su lugar, evitando que la cabeza presionara el cordón, y le expliqué a la madre y a las enfermeras lo que estaba sucediendo, que la paciente necesitaba una cesárea.

Le pedí a mi equipo que llamara al médico. De inmediato.

En ese momento, recordé que la cama de parto no tenía ruedas. Eso iba a ser un problema.

En mi formación, me enseñaron que si descubres un cordón prolapsado, debes quedarte en la camilla con la madre y continuar presionando la cabeza del bebé para que se aleje del cordón mientras la llevan en la camilla al quirófano.

Repito, mientras la llevan en la camilla al quirófano. Esto no funciona si la madre tiene que ir caminando.

Tenía que caminar una distancia corta, pero esto podía hacer que el suministro de sangre no llegara al bebé. Desafortunadamente, no había otra alternativa.

Cuando llegó el médico y estuvimos listos, con la ayuda de mis maravillosas parteras traductoras, le expliqué a la madre que, cuando quitara la mano, debía ir tan rápido como pudiera a la camilla de operaciones.

Ella y las enfermeras hicieron un gran trabajo y estuvieron allí en poco tiempo. Reemplacé rápidamente mi mano y todavía podía sentir el pulso a través del cordón umbilical.

Un nuevo día

Comenzaron a limpiar el abdomen de la madre y unos minutos después, gracias a Dios, escuché un llanto.

Un hermoso bebé se encontraba con su hermana en la cuna térmica mientras el médico terminaba la cirugía. Me sentí muy contenta y con mucha energía.

Había mucho que procesar con la madre en los próximos días, pero por el momento, ella y sus bebés estaban sanos.

Continuamos con un nuevo día.

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