En respuesta al brusco aumento de los contagios por COVID-19 en abril, que puso una pesada carga sobre la sanidad peruana, enviamos a un equipo a colaborar en el hospital regional de Huacho. Allí atendimos, en la UCI, a pacientes que necesitaban terapia con oxígeno y dimos atención de seguimiento en los hogares.
En mayo, en Cuzco, comenzamos a capacitar a personal de salud en la atención a pacientes con COVID-19. Incorporamos la terapia con oxígeno no invasiva, una alternativa a la intubación que permite que el paciente siga consciente. También ayudamos a los centros de atención primaria de Huacho y Cuzco a crear áreas de triaje y organizamos consultas de salud mental para pacientes y sus familias, que se ofrecían tanto presencialmente como por teléfono.
Tras disminuir los casos de COVID-19, transferimos nuestras actividades de atención médica al Ministerio de Salud y nos centramos en las tareas de vacunación en las ciudades de Cuzco, Arequipa y Tumbes.
Asistencia a migrantes de Venezuela
En Perú, viven cerca de 1,3 millones de migrantes procedentes de Venezuela, los cuales tienen escaso acceso a la atención médica. Debido a la COVID-19 y al cierre de fronteras en 2021, esta comunidad se quedó sin manera de registrarse oficialmente para recibir atención médica y otros servicios públicos.
En noviembre, organizamos una clínica móvil en la región fronteriza de Tumbes, que ofrecía consultas médicas a migrantes que habían llegado recientemente. En diciembre, pusimos en marcha una segunda clínica itinerante en cuatro zonas de la capital, Lima, para ofrecer atención básica a migrantes y a los barrios de acogida.