En medio de la pandemia de COVID-19, esta sala de maternidad de Bangladesh nos hace sonreír

MSF

Hace cuatro años decidimos dejar una huella pintada en una pared por cada niña o niño que naciera. Primero, fueron 12; al año siguiente, 50; y ahora sumamos muchas más. Nos emociona contarte esta pequeña gran historia.

Por Paul Jawor, especialista en agua y saneamiento de MSF. 

En estos días de COVID-19, pánico, miedo y depresión, con restricciones, máscaras, distancia física y lavado de manos… podemos olvidar que el mundo real sigue girando.

Sí, el COVID-19 es ahora mismo el freno más importante de nuestra era causado por una enfermedad. Sin embargo, me complace anunciarles que la vida continúa. Y nuestra determinación de mantener y mejorar la salud de los menos afortunados sigue siendo clara.

Nuestras misiones en todo el mundo se han adaptado para responder al COVID-19 y, al mismo tiempo, mantener nuestra labor a la hora de hacer frente a enfermedades y problemas habituales de la población local como el cólera, la malaria y otras enfermedades desatendidas.

Los mensajes positivos sobre nuestras intervenciones habituales a menudo se pierden en la niebla causada por el pánico al COVID-19. Por ello, me gustaría explicarte una de estas intervenciones de fondo que a menudo se pueden olvidar: muestra que la gente todavía lucha por la vida en algunas de las zonas más desesperadas del mundo, donde trabajamos incluso en plena pandemia de COVID-19.

Se trata del hospital de MSF en Goyalmara, en Bangladesh, situado en la linde de Cox´s Bazar, el campo de refugiados más grande del mundo.

Sala en el hospital maternoinfantil Goyalmara de MSF, al sur-este de Bangladesh

Hace unos 3 o 4 años, iniciamos nuestra respuesta a la población recién llegada, construyendo dos hospitales y tres centros de salud, así como otras actividades relacionadas con la salud. Quisimos hacer algo lindo para reconocer el éxito del trabajo de nuestros compañeros del servicio de maternidad del hospital y, por ello, decidimos dejar una huella en una pared del centro por cada niño que sobreviviera a su complicada llegada a este difícil mundo.

Así, se trataría de una huella en la pared por cada niño que naciera.

He estado siguiendo este muro durante algunos años y he enviado fotos para mantener a todos actualizados. Al principio, había 12 huellas; al año siguiente, fueron más de 50; y, ahora, años después, las huellas todavía pintan en la pared.

Como puedes ver, ahora hay cientos de huellas. Cientos de pies diminutos que muestran el éxito de nuestra sala de maternidad.

Mientras nuestro mundo aún se sumerge en el vórtice del COVID-19, entre miserias y oportunidades perdidas, merecen especial atención -un pensamiento, una respiración- estos pequeños supervivientes. Han superado el primer obstáculo de la vida con la ayuda de nuestro dedicado personal en Bangladesh.

Han nacido con éxito, de forma segura.

Cada nueva huella en la pared trae esperanza y felicidad a un mundo que tanto necesitas emociones como estas. Incluso en plena pandemia de COVID-19, podemos celebrar una nueva vida.

Sophie, una enfermera de MSF, con un bebé en el hospital de MSF en Kutupalong

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