Crisis Mediterráneo

Entre los 439 sobrevivientes a bordo del Geo Barents, muchos proceden de Eritrea, Bangladesh, Pakistán, Sudán y Egipto. La mayoría son hombres, 112 son menores de edad y la mayor parte viaja sin la compañía de un adulto. También hay 9 mujeres y 3 niños muy pequeños, el más pequeño de ellos tiene menos de un año.

Estas cinco historias relatadas a través de la voz de nuestros pacientes dan testimonio de las situaciones que debieron atravesar como consecuencia de diferentes conflictos y crisis humanitarias, más allá de la pandemia del COVID-19 que volvió a ser protagonista durante este año.

Un relato de primera mano obtenido por Candida Lobes, responsable de comunicación a bordo de nuestro barco de búsqueda y rescate en el Mar Mediterráneo, el Geo Barents.

Nuestro equipo a bordo del Geo Barents ha realizado cinco desafiantes rescates en menos de dos días. Una vez más, somos testigos de cómo las políticas europeas de control de la migración ponen en peligro la vida de miles de personas, al no tener ninguna capacidad proactiva de búsqueda y rescate en el mar y al negarse a asumir cualquier responsabilidad.

Tras ser detenido por las autoridades italianas durante 24 días, el Geo Barents volvió al mar y con él rescatamos a 25 personas, incluidos 12 niños y niñas no acompañados. Nos cuentan sus historias escapando de sus países de origen, muchos tras meses de detención arbitraria y de sufrir múltiples abusos en Libia, y sin más remedio que intentar huir cruzando el mar Mediterráneo.

Mientras siguen las terribles tragedias en el Mediterráneo central, las autoridades italianas inmovilizan nuestro barco de rescate en un puerto de Sicilia. Sabemos que la inspección que nos han hecho es una excusa para que las autoridades persigan objetivos políticos bajo la apariencia de procedimientos administrativos.

Estas tres historias desgarradoras de tres hombres que rescatamos en el Mediterráneo central hablan de torturas en Libia, arrestos arbitrarios en centros de detención y violencia extrema en la ruta más mortífera del mundo.

Hasta que no cesen los abusos contra las personas encerradas y mejoren las condiciones de seguridad para nuestro personal, no podemos continuar prestando servicios médicos en los centros de detención de Mabani y Abu Salim.