Mozambique: ataques y violencia en Cabo Delgado desplazan a miles de personas durante el comienzo de la temporada de ciclones

MSF

Un reciente aumento de la violencia en la provincia de Cabo Delgado ha desplazado a miles de personas que ya estaban afectadas tras cinco años de conflicto en esta zona del norte de Mozambique. Esto transcurre durante la temporada de ciclones, lo que agrava aun más la situación de vulnerabilidad de los desplazados. Mozambique es uno de los países con mayor riesgo de fenómenos meteorológicos extremos, con un intenso ciclo anual de tormentas tropicales que deja a las personas con poco tiempo para recuperarse.

La crisis actual se concentra en el centro de la provincia, particularmente en los distritos de Meluco y el sur de Macomia, en donde las autoridades locales han informado de más de 20 ataques a cuatro aldeas en las últimas dos semanas, con 2.800 viviendas dañadas o destruidas por el fuego. Desde finales de enero, más de 14.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares a causa de la escalada del conflicto y en busca de seguridad y servicios básicos. Esta es la mayor ola de desplazamiento en varios meses.

“Los ataques violentos y la inseguridad continúa en varios distritos del centro de Cabo Delgado. Han expulsado de sus hogares, con apenas lo puesto, a miles de personas, justo en el momento en que comienza la temporada de ciclones y lluvias”, afirma Raphael Veicht, jefe de la unidad de emergencias de nuestra organización. “Esta es una combinación muy peligrosa. Nuestros equipos están respondiendo a los nuevos flujos de desplazamiento proporcionando atención médica, así como utensilios básicos y refugio. Estamos extremadamente preocupados por la protección de los civiles en el marco de este deterioro del conflicto”.

Mapa Cabo Delgado Mozambique Diciembre 2021

La semana pasada, la tormenta tropical Ana, la primera de la temporada, tocó tierra en las provincias mozambiqueñas de Nampula y Tete. Las personas desplazadas en la provincia de Cabo Delgado son muy vulnerables a futuras tormentas tropicales, ya que muchas viven sin refugio, agua potable o saneamiento. Las tormentas suelen causar inundaciones, lo que aumenta significativamente el riesgo de brotes de enfermedades transmisibles potencialmente fatales, como la malaria y las enfermedades diarreicas.

En la zona central de Cabo Delgado, muchas de las personas desplazadas ahora se han congregado en pequeños pueblos como Mitambo, Ancuabe y Nanjua, donde nuestros equipos han hecho clínicas móviles y distribuyeron, a finales de enero, alimentos, refugio y kits de higiene para 800 familias. Sin embargo, estos pueblos carecen de infraestructuras básicas para sustentar a tantas personas, especialmente agua limpia, refugio y servicios médicos.

“En Mitambo, donde llevamos a cabo clínicas móviles y distribuciones de alimentos, la situación era muy tensa a medida que llegaban más y más personas desplazadas a la aldea”, explica Jean-Jacques Mandagot, coordinador del proyecto.

Clínica móvil en Nanjua, provincia de Cabo Delgado, Mozambique

“Algunos dormían en las huertas, mientras que otros se refugiaban en viviendas con techo de paja que los residentes habían dejado vacías tras marchar a lugares más seguros. Algunas personas se quedaron una noche y prosiguieron luego el camino hacia zonas más seguras, mientras que otras se quedaron más tiempo porque no tenían los medios para seguir adelante”, Jean-Jacques Mandagot.

No hay un centro de salud permanente en Mitambo y el pueblo carece de infraestructuras esenciales, como suministro de agua potable, para atender a una población tan grande. Anteriormente, los residentes viajaban al centro de salud de un pueblo cercano pero, con la inseguridad actual, la gente opta por ir mucho más lejos y asume mayores riesgos, mientras que otros son incapaces de costearse el viaje por carecer de recursos. Como resultado de todos estos factores, nuestras clínicas móviles en Mitambo a fines de enero tuvieron mucho trajín.

“Cada día, nuestro equipo realizó más de 200 consultas médicas. En una semana tratamos a unos 2.000 pacientes”, dice Mandagot. “Hemos visto a muchas personas con malaria, tos, fiebre y diarrea. Muchos pacientes tenían dolores físicos en las piernas y la espalda debido a los duros viajes de huida. Un hombre me dijo que había perdido todas sus pertenencias, su casa, sus reservas de alimentos… no le quedaba nada. Ahora se veía obligado a mendigar comida y ya no quería estar cerca de su pueblo ni en ningún lugar que le recordara la vida que había perdido”.

El 26 de enero, un pueblo cercano a Mitambo fue atacado y se escucharon disparos, lo que llevó a la gente a moverse más al sur hacia el pueblo de Maua en busca de seguridad.

Cientos de miles de personas están actualmente afectadas por la violencia en la provincia de Cabo Delgado. Con el inicio de la temporada de lluvias y ciclones, el impacto acumulado de años de conflicto y el empeoramiento de la crisis humanitaria, es más importante que nunca que nuestros equipos tengan un acceso seguro y sin restricciones para asistir a las personas que requieren ayuda.

“Es crucial poder importar fácil y rápidamente medicamentos y suministros médicos, sin demoras burocráticas, para ampliar la prestación de atención médica vital en Cabo Delgado”, afirma Veicht.

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