Anja Wolz, coordinadora de emergencia para el Ébola que está supervisando la respuesta de MSF en Guinea responde cinco preguntas acerca del nuevo brote.
A pesar de que el número de casos de COVID-19 ha empezado a disminuir, el equilibrio en el estado de Amazonas sigue siendo muy frágil y la situación es todavía complicada tanto en la capital como en el interior del Estado, donde el reciente colapso del sistema de salud ha supuesto la pérdida de innumerables vidas humanas.
Cuando comenzamos a trabajar en la unidad de cuidados intensivos del hospital al Kindi, la tasa de mortalidad de los pacientes críticos era casi del 100%. Pero trabajar con los colegas iraquíes fue increíble: rápidamente desarrollamos nuevas formas de trabajar juntos y empezamos a dar el alta a algunos pacientes que antes habrían muerto.
Albert Viñas lleva casi medio centenar de intervenciones de emergencia con Médicos sin Fronteras (MSF) a sus espaldas en 20 años. Esta ha sido su sexta misión en Etiopía. Durante los últimos dos meses, su función ha consistido en abrir el camino para que los equipos médicos accedieran a zonas del este y centro de Tigray y pudieran asistir a la población afectada por la crisis actual. Desde que la violencia estallara en esta región del norte etíope a principios de noviembre unas 60.000 personas se han refugiado en Sudán y cientos de miles se han visto desplazadas en Tigray. Aquí cuenta lo que se ha encontrado.
Benoit de Gryse, Director de operaciones de MSF, Myanmar. Estamos profundamente preocupados por las recientes detenciones ilegales y retenciones de trabajadores sanitarios y personas del público en general, tras el golpe militar en Myanmar el 1 de febrero de 2021. Los arrestos y las restricciones
Aumento de casos, colapso de los sistemas de salud, y la lucha diaria de los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) para llegar a tiempo. El plan A se terminó y ahora dependemos del plan B para salvar vidas.
Con el hallazgo de que no se necesita refrigeración para almacenar ciertos tipos de insulinas, las personas viviendo con diabetes ya no tendrán que viajar a las clínicas dos veces por día para recibir inyecciones. Compartimos las historias de dos de ellas el campo de refugiados de Dagahaley, en Kenia.
Abdirahman, de 4 años, y Abdullahi, de 2 años, viven con diabetes y su madre Fatuma aprendió a leer un glucómetro y a inyectarles insulina. "A veces cuando tengo que darles las inyecciones, se escapan y tengo que perseguirlos", cuenta.