En primera línea de la respuesta al COVID-19

Trabajadores y trabajadoras de primera línea de Médicos Sin Fronteras en respuesta a la pandemia el nuevo coronavirus.MSF

Desde Venezuela hasta Senegal, Burkina Faso o España, nuestros compañeros y compañeras hablan sobre su experiencia, sus miedos, emociones y esperanzas.

Carmen, enfermera, España. Equipo de respuesta en Madrid y Castilla y León.

Trabajo

“Mis primeras semanas durante la respuesta de urgencia en España estuvieron focalizadas en organizar y poner en funcionamiento un área hospitalaria dentro de un pabellón deportivo para descongestionar el Hospital de Alcalá de Henares (Madrid). Una vez traspasada la gestión a dicho hospital, pasé a ser responsable de las actividades médicas de MSF en Castilla y León, centrando nuestro apoyo humanitario y técnico en las residencias de mayores”.

Sentimientos

“Nos hemos enfrentado a grandes dificultades, empezando por el caos administrativo y técnico, y la falta de suministros para los equipos de protección individual de los sanitarios, y de material y oxígeno. Todo se resume a un sistema sanitario sumido en un caos con personal sanitario exhausto y abatido por las condiciones de trabajo, y el horror de una pandemia jamás vivida antes. Hemos vivido situaciones muy tristes al lado de familiares que venían a despedirse de pacientes que iban a morir habiendo cuidado de ellos hasta al último momento, y situaciones alegres al ver el reconocimiento del personal sanitario tanto del hospital como de las residencias de mayores. Nuestros sentimientos han sido como una montaña rusa de emociones”.

Preocupación

“Me preocupan los intereses políticos y partidarios que puede tener a nivel mundial el desarrollo de una vacuna y un tratamiento eficaz contra el COVID-19. Se deben asegurar tanto vacunas como tratamientos y material de protección sanitario para todos: son un bien común y universal para todos los pueblos del mundo, sin distinción”.

Stefany, cirujana, VENEZUELA. Proyecto del Hospital Vargas de Caracas.

Trabajo

“Trabajo como cirujana en el proyecto del Hospital Vargas de Caracas de MSF en Venezuela. Estudié medicina porque me interesa y entusiasma ayudar y brindar salud a todo aquel que lo necesite: poner un granito de arena en la dignificación de la atención del paciente, tanto en Venezuela como en aquellos países que lo necesiten. Ser médico no ha sido una lucha fácil, es un camino tortuoso. Pero, a pesar de las dificultades, el agradecimiento de aquellos a quienes puedes curar no tiene precio. Ha sido mi mejor decisión”.

Sentimientos

“Ser médico en tiempos de COVID-19 es un verdadero reto. Al ser una enfermedad nueva que ha afectado a más de cuatro millones de personas en el mundo con un comportamiento biológico particular, surgen muchas preguntas e inquietudes que de inmediato no son posibles de resolver. En Venezuela, aunque sea uno de los países de Latinoamérica dónde hasta ahora la progresión de la patología ha sido mínima en comparación con otras naciones, esta enfermedad supone un peligro inminente dadas las condiciones sanitarias de nuestros hospitales. Ser parte de MSF en estos tiempos me ha permitido apoyar y capacitar al personal sanitario del Hospital Vargas de Caracas en materia de COVID-19. Es realmente increíble la receptividad, aceptación y proactividad que ha desarrollado el personal luego de nuestro apoyo intensivo en este hospital venezolano”.

Andrea, responsable de control de infecciones, Venezuela. Proyecto del Hospital Vargas de Caracas.

Trabajo

“Desde niña siempre quise ayudar a los demás y por eso decidí estudiar Enfermería. Ha sido una lucha emocionante ya que puedo ayudar a mi país, a mi gente y a mis colegas”.

Sentimientos

“El mayor desafío ha sido el impacto económico y social al que debemos enfrentarnos; quisiera cambiar nuestra forma de vivir y de comunicarnos. Una experiencia con esta pandemia es la vivida con el personal que lucha cada día por el bienestar de los pacientes, de todos sin importar lo que tengan. Aquí todos somos iguales sin distinción de raza o creencia. No importa en qué país vivamos, qué edad tengamos o a qué nos dediquemos”.

Mamadou, médico de cabecera, Senegal. Centro de tratamiento epidémico (CTE) de Dalal Jamm, en Dakar.

Trabajo

“Desde muy pequeño, siempre soñé con hacer una carrera en el ámbito de la salud. Como mi padre es médico, siempre me ha fascinado esta profesión. Además, mi sed de conocimientos y mi pasión por ayudar a las personas vulnerables solo podían colmarse, en mi opinión, siendo médico. Esta lucha contra el COVID-19 es una de las más difíciles de mi carrera como médico. De hecho, tener que entregarse en cuerpo y alma para cuidar a las personas con el virus y, al mismo tiempo, mantener una cierta distancia con los pacientes para evitar contagiarse y ser un foco de transmisión, no es fácil”.

Sentimientos

“Costará olvidar mi primer día en el centro de tratamiento, cuando recibí a la primera paciente y a su bebé. Al abrirse la puerta de la ambulancia, vi a la joven madre con su bebé en brazos. Vestido con mi equipo de protección y detrás de la mascarilla, sonreí para tranquilizarlos, moviendo los brazos y con una mirada dulce para divertir al niño. Pero no funcionó. Madre e hijo se echaron a llorar. Y entonces me di cuenta de que mi sonrisa no se podía ver a través de la mascarilla y que para un paciente estresado y un bebé, un hombre de dos metros de altura disfrazado y gesticulando debía ser más aterrador que tranquilizador. Por suerte, gracias al equipo de protección no pudieron percibir la vergüenza que pasé”.

Preocupación

“Esta pandemia afecta a todos los estratos de la población sin distinción; desafortunadamente, muchas personas aún se niegan a creerlo. Me temo que esto hará que la cadena de transmisión no se rompa lo más rápidamente posible y que nos veremos desbordados en las próximas semanas. A pesar de la disponibilidad de equipos de protección y del cumplimiento de las medidas de barrera, el personal médico no se ha librado de este virus. No me atrevo a imaginar qué pasará si nos encontramos desprotegidos con un número creciente de personas con COVID-19”.

Mansour, enfermero, Senegal. Centro de tratamiento epidémico (CTE) de Dalal Jamm, en Dakar.

Trabajo

“Nuestro trabajo consiste en cuidar a los pacientes con COVID-19, tomándoles las constantes (presión arterial, temperatura, pulso, etc.), monitoreando la toma de medicamentos y con extracciones sanguíneas bajo receta médica. Mi madre y mi hermana mayor me influyeron en la elección de esta profesión. Crecí en este ambiente, rodeada de profesionales de la salud porque mi madre trabajaba como enfermera y mi hermana como cuidadora. También elegí esta profesión para ayudar a las personas que sufren enfermedades o que viven en situaciones difíciles, independientemente de sus antecedentes o creencias”.

Sentimientos

“Lo que más me ha sorprendido de la lucha contra este virus es la solidaridad, el afecto o amor que existe entre una madre y sus hijos, una mujer y su esposo, etc. Una madre ingresó en nuestros servicios de COVID-19 en el Hospital Dalal Jamm con sus dos hijos y al poco tiempo le dimos los resultados. La madre dio negativo, pero los dos niños estaban infectados con el virus. Ella se negó a dejar a sus hijos, un bebé y un adolescente de 16 años. Quería estar con ellos hasta que estuvieran curados. Pero la madre dio positivo cuando los hijos estuvieron curados y fueron dados de alta del hospital. Se sacrificó por sus hijos, arriesgando su propia vida. La otra historia es la de una mujer que esperó a que su marido estuviera curado para poder salir juntos del hospital. Lo más impresionante de estas historias es la alegría que vemos en los pacientes curados, la esperanza de volver con su familia y a sus vidas anteriores. Estas historias de vida también nos muestran que el amor es más fuerte que la muerte”.

Preocupación

“Lo que más me preocupa es que los hospitales no puedan asumir a todas las personas afectadas por el COVID-19, que un día la mayoría del personal sanitario esté infectado y que los investigadores no encuentren vacunas contra el virus. Además, que cuando asistamos a una crisis planetaria, nuestros países en desarrollo se vean superados por el hambre, la inseguridad, etc.”.

Ibrahima, médico de urgencias, Senegal. Centro de tratamiento epidémico (CTE) de Dalal Jamm, en Dakar.

Trabajo

“Elegí una carrera en el ámbito sanitario porque siempre he querido ser útil. Esta lucha contra el COVID-19 es un verdadero desafío para toda la humanidad, por eso no se debe escatimar ningún esfuerzo contra el virus”.

Sentimientos

“Con esta pandemia temo más por toda la humanidad que por mí mismo. Parece que los miembros de mi familia sufren más por mí que yo mismo; se pasan el día diciéndome que tenga cuidado, siempre me repiten lo mismo (consignas). Encuentro muy positivo el aumento de la solidaridad entre hombres y mujeres, en todas las áreas combinadas”.

Preocupación

“Lo que me asusta es que el mundo puede cambiar, el estilo de vida ciertamente puede cambiar. Corremos el riesgo de que en el futuro las relaciones entre personas sean más frías, porque se produzcan menos intercambios físicos. El mundo virtual podría imponerse aún más sobre el mundo real”.

Linda, responsable de las actividades en materia de salud mental, Burkina Faso. Proyecto MSF en Fada, al este del país.

Trabajo

“Quería ayudar a las personas que sufren problemas de salud mental. Normalmente solemos prestar más atención a las heridas físicas, a las enfermedades… Sin embargo, el malestar psíquico también puede tener consecuencias muy graves y privar a las personas de las alegrías más básicas de la vida o afectar el desarrollo de sus rutinas habituales. Mi sueño era ayudar a las personas en su proceso de curación desde esta perspectiva. Sin salud mental no hay salud”.

Sentimientos

“Debemos hacer frente a múltiples desafíos. Concienciar a la gente sobre la enfermedad no es sencillo. Algunas personas creen que ‘el COVID-19 es una enfermedad de los blancos, no de África’, ya que no hay casos confirmados en sus comunidades y en Burkina Faso, en general, hasta ahora se han detectado unos 800 casos, no decenas de miles como en Europa o América. Sin embargo, la resiliencia y la forma en la que todo el mundo colabora para que todos podamos estar preparados me hace sentir esperanzado”.

Preocupación

“El COVID-19 ha sido un shock para el mundo y para nuestro ego. Es cierto que es preocupante, pero hay algo peor. La pandemia está eclipsando otros problemas. Aquí en Fada, miles de personas han huido del conflicto bélico y tienen miedo de que se produzcan más ataques. Ahora, muchas de ellas viven en precarios refugios improvisados y temen que la próxima época de lluvias los destruya. A menudo no pueden acceder a agua potable. Es importante mantener la perspectiva de las cosas y evitar centrarse solo en el COVID-19. La pandemia es un elemento más de la crisis humanitaria que afecta a la región: debemos prepararnos para hacerle frente, pero debemos integrar nuestras acciones en la asistencia de emergencia que ya estamos ofreciendo. Desde el punto de vista de la salud mental, es esencial contar con una red de personas en la primera línea que puedan ayudar a los pacientes y sus familias en caso de que la pandemia llegue a esta región: cómo lidiar con las emociones, con la separación familiar de las personas que podrían tener que estar aisladas o ser hospitalizadas, con las posibles muertes… Sin embargo, nada de esto es una tarea fácil, ya que las comunidades locales ya deben hacer frente a otros muchos problemas críticos.

Ousseini, médico y coordinador, Burkina Faso. Proyecto de MSF en el país.

Trabajo

“En la capital, Uagadugú, hemos transformado un antiguo centro de tratamiento del ébola en un centro de tratamiento de el COVID-19, con 50 camas de cuidados intensivos. Nuestros equipos también ofrecen ayuda a estructuras médicas en otros dos distritos de la ciudad: desde el desarrollo de capacidades locales hasta la donación de equipos de protección, la creación de unidades de aislamiento y la creación de sistemas de triaje adecuados. También estamos llevando a cabo actividades de sensibilización en la comunidad. En las regiones del Sahel y Centro-Norte, hemos formado el personal en la prevención y tratamiento de los casos, hemos adaptado los sistemas de triaje y las medidas de prevención y control de infecciones en las instalaciones sanitarias a las que ayudamos, y hemos creado unidades de aislamiento”. “Antes de el COVID-19 trabajaba como asesor en enfermedades infecciosas, pero me gusta estar cerca de los pacientes. La parte más satisfactoria de esta profesión es cuando una persona enferma vuelve a sonreír y puede recuperar su vida normal”.

Sentimientos

“Hago todo lo que puedo para reconfortar y tranquilizar a las personas de mi entorno. Hace dos semanas, por ejemplo, el pariente de un amigo dio positivo después de regresar de Níger. Tenía miedo de ser hospitalizado, por lo que se pusieron en contacto conmigo. Me centré en calmarlo y le di información sobre la enfermedad y le ofrecí recomendaciones desde la perspectiva médica. Lo mismo sucedió con una enfermera que conozco. A la gente le da miedo la enfermedad; incluso los profesionales sanitarios necesitan apoyo. Es un gran reto: estamos lidiando con lo desconocido, y nadie estaba preparado para ello. A muchas personas les preocupa la enfermedad, especialmente en relación a lo que leen en las redes sociales. Otras están más preocupadas por su propia supervivencia como consecuencia de las restricciones impuestas por el COVID-19”. “Desde el punto de vista humano, los jóvenes me generan esperanza: en lugar de continuar con sus vidas, con sus negocios de siempre, limitándose a seguir pasivamente una epidemia que es más probable que afecte a otras personas y no a ellos, han optado por actuar. Han comenzado a buscar de forma proactiva formas de ayudar a frenar la propagación del virus, y han encontrado soluciones innovadoras: desde coloridas máscaras de tela con visores para proteger del sol hasta protectores faciales fabricados mediante la impresión 3D, entre otras iniciativas”.

Preocupación

“Las dificultades para obtener equipos de protección personal (EPI). Los médicos y las enfermeras deben disponer de monos, protectores faciales y todo lo que necesitan para evitar infectarse, por su propia seguridad y para que puedan tratar a los pacientes y no propagar la pandemia. Hemos hecho un gran esfuerzo por encontrar y hacerles llegar este material, ya que la escasez a nivel mundial ha obstaculizado la compra, y las restricciones en el transporte, la cadena de suministro”.

Boubacar, médico y responsable de equipo médico, Burkina Faso. Proyecto de MSF en Bobo Dioulasso, en el oeste del país.

Trabajo

“Apoyamos a las autoridades locales tanto en la prevención como en la gestión de casos: hemos establecido un centro de tratamiento en una instalación específica para ello, estamos reforzando las capacidades de otras estructuras sanitarias en términos de triaje, aislamiento, equipo de protección y medidas de prevención y control de infecciones; fortaleciendo la vigilancia epidemiológica a nivel comunitario; ofreciendo apoyo psicosocial a pacientes, sus familias y contactos; distribuyendo kits de protección a personas vulnerables, e intensificando las actividades de sensibilización”. “Me apasiona cuidar a las personas enfermas y ayudar a los demás. He tratado a pacientes en muchos lugares: desde mi propio vecindario hasta otros países. Ahora, con la pandemia de COVID-19, amigos y familiares se ponen en contacto conmigo para saber si el virus es un engaño o no. Les aseguro que es real, les digo que estoy tratando a pacientes afectados por esa enfermedad y les recuerdo que es esencial seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias en términos de prevención”.

Sentimientos

“El COVID-19 lo ha puesto todo patas arriba. Antes estaba a cargo de una campaña de vacunación contra el sarampión. Habíamos hecho una planificación inicial pero, cuando estalló la epidemia, nos vimos obligados a cambiar nuestra estrategia y, en lugar de inmunizar a los niños en sitios fijos, como por ejemplo, centros sanitarios o escuelas, nos centramos en una estrategia puerta a puerta. Inmediatamente después, iniciamos un proyecto COVID-19 en Bobo-Dioulasso: mis responsabilidades profesionales cambiaron 180 grados. Comenzamos a tratar una enfermedad desconocida y tuvimos que adaptar rápidamente una ya existente”. “Hace algunas semanas, recibimos a un paciente de 27 años en coma. Había sufrido un trauma en la cabeza como resultado de un accidente. Comenzó a presentar dificultades respiratorias, dio positivo por COVID-19 y fue derivado a nuestro centro de tratamiento. Estaba inconsciente y las complicaciones derivadas de sus otros problemas médicos empeoraron su situación. Nuestros médicos y enfermeras hicieron un gran esfuerzo, lograron que volviera a estar consciente y lo atendieron hasta que dio negativo en la prueba de COVID-19. Posteriormente lo derivamos a otra instalación sanitaria para que pudiera continuar su recuperación completa. Fue muy alentador para nosotros”.

Preocupación

“El cierre de fronteras. MSF también estamos llevando a cabo otros proyectos humanitarios en todo el país, ofreciendo nuestro apoyo para salvar vidas entre las poblaciones desplazadas y las comunidades locales, pero la entrega de equipos y medicamentos que pueden resultar críticos para nuestra actuación de emergencia sigue siendo problemática. Esto mismo es aplicable a nuestro personal humanitario: las restricciones que afectan a los desplazamientos a nivel mundial limitan la capacidad de actuación de los especialistas extranjeros, lo que puede afectar la calidad de diferentes actividades. Por último, pero no menos importante, me preocupa la reapertura de los mercados y la relajación del confinamiento en general, ya que es posible que se produzca un aumento de la transmisión comunitaria”.

Jason, fisioterapeuta respiratorio, Canadá. Hospital de Ottawa.

Sentimientos

“Parece que estamos esperando a un tsunami, sin saber cuándo se producirá, si llegará a producirse y qué magnitud tendrá. Por ahora, el virus no ha llegado aquí, pero viendo las experiencias de otros países, es casi inevitable pensar que deberemos hacer frente a una situación abrumadora similar. Esperar a que esto suceda sin saber qué pasará es realmente duro”. “El personal de nuestro hospital es gente increíblemente compasiva y considerada. Somos conscientes de que es una situación aterradora y desafiante para todo el mundo: los pacientes, sus familias, nuestros compañeros, nuestras familias. La gente habla de lo que siente, de lo que experimentan al irse a casa, de lo que les da miedo o lo que les preocupa. De alguna manera, esta situación nos ha hecho a todo más humanos y creo que se ha generado un sentimiento mutuo, no solo de solidaridad, sino también de humanidad, que a veces se pierde. La gente todavía bromea y se apoya mutuamente, no todo es pesimismo”.

Preocupación

“Lo que más me preocupa de esta pandemia es que las personas mueren solas, sin ningún tipo de contacto con sus familias. Realmente me afecta haber estado al lado de la cama de varias personas en el hospital muriendo sin sus familias al lado, sin que sus seres queridos pudieran venir a decirles todo aquello que desearan, sin poder ver a alguien por última vez sin tener que hacerlo a través de una videoconferencia o por teléfono. Esta situación genera soledad y aislamiento y, sencillamente, no es normal. A nivel personal me afecta mucho. Tengo el privilegio de estar junto con las personas que se están muriendo y hago lo que hago, ya sea para MSF o en mi trabajo, porque creo que debemos ayudarnos. Al fin y al cabo, yo «soy un extraño y no puedo reemplazar una vida de amor, experiencias y emociones que han vivido con sus familias”.

Chrystelle, responsable de la actividad médica del equipo de Emergencia, Camerún. Equipo de MSF en Buea, en la región suroeste.

Trabajo

“Siempre me ha atraído la profesión médica hasta donde puedo recordar. Está en mi naturaleza cuidar a los demás y asegurarme de que estén bien y sanos, ya sea mental o físicamente. Durante los últimos meses, he estado atendiendo a pacientes que presentan síntomas que se corresponden con la medicina general. Con el brote actual, la interacción con los pacientes, adultos o niños se lleva a cabo con precaución. Debemos asegurarnos de estar bien protegidos y de proteger a los demás lo mejor que podamos. El uso de equipos de protección personal antes de entrar en la sala y la cantidad de veces que es necesario utilizarlos, es algo nuevo para mí. Sin embargo, me voy adaptando a ello sin problemas y mi voluntad de ayudar no ha cambiado lo más mínimo”.

Sentimientos

“Durante las primeras semanas del brote en mi país, mi hermana desarrolló los síntomas de COVID-19. Llamaba todas las noches para quejarse de un fuerte dolor de cabeza que pensé que estaba relacionado con el uso de gafas durante varios años. Lloró por teléfono durante días. Intentar obtener una respuesta del servicio telefónico de emergencias fue todo un reto y desplazarme hasta ella no solo no era una buena idea, tampoco era posible. Su miedo a acudir al centro de tratamiento también generó un gran estrés. Ayudo a seguir su caso desde la distancia y saber que se ha recuperado totalmente me ha tranquilizado. La dificultad que tenemos para establecer el diagnóstico de COVID-19 y diferenciarlo de otras enfermedades es todo un reto. Lo peor, si sabe que la persona sospechosa de tener COVID-19 ha estado en contacto con un posible portador y solo puedes aconsejarle que se ocupe de él”.

Preocupación

“Me da miedo que no sea posible controlar pronto esta pandemia, ya que no se sabe mucho sobre el virus. Un caso que presenta todos los criterios clínicos para ser clasificados como grave, con una radiografía del tórax que muestra lesiones sugerentes de neumonía y responde al tratamiento, pero cuyos resultados en la PCR son negativos. Comunidades que no respetan las recomendaciones preventivas; existe un alto riesgo de que tengamos que lidiar con esta situación durante más tiempo del que deseamos”.

Kenneth, coordinador médico asociado, Camerún. Equipo de MSF en Buea, en la región suroeste.

Trabajo

“Mi motivación para desarrollar mi carrera profesional en el ámbito de la salud es marcar una diferencia en la vida de las personas. Hacer que la vida de las pocas personas a las que ateniendo un poco más saludable de lo que eran. Desde el estallido de el COVID-19, me han asignado como referente médico para lelCOVID-19, además de continuar asumiendo el resto de responsabilidades como coordinador médico asociado”.

Sentimientos

“Esta es una enfermedad nueva y se sabe muy poco sobre ella. Con directrices poco claras y actualizaciones constantes, es muy difícil organizar sesiones de formación. Disipar rumores e información falsa sobre el COVID-19 también ha sido todo un reto, ya que algunas personas ni siquiera creen que el COVID-19 realmente exista”.

Preocupación

«Mi principal preocupación acerca de esta pandemia es la ausencia de EPI para el personal médico y las pocas instalaciones para hacer las pruebas, lo que retrasa la entrega de resultados y pone en riesgo a muchas personas”.

Nanamoudou, médico, Guinea. Centro de tratamiento epidémico (CTEPI) de Conakry.

Trabajo

“Me ocupo y organizo actividades médicas y de atención en el CTEPI para pacientes en relación con los protocolos nacionales y de Médicos Sin Fronteras (MSF) y con las normas de higiene universales. También superviso la bioseguridad en el CTEPI, la formación y el apoyo para el equipo médico (enfermeras y profesionales médicos, higienistas, HP, asesores psicosociales, etc.) Soy muy sensible a los problemas de los demás y siempre quiero ayudar a los más vulnerables”.

Sentimientos

“No ha habido muchas dificultades como tales, pero la gestión de los pacientes en espera de resultados, especialmente cuando las pruebas de control son positivas, esta impaciencia de los pacientes ha sido un poco complicada, y también el problema del seguimiento de pacientes curados… Los primeros pacientes curados en nuestro centro de tratamiento de el COVID-19 me conmovieron mucho. Especialmente la alegría que veíamos en su mirada, la felicidad que sentían al derrotar a la enfermedad y todas las muestras que expresaban al personal médico y paramédico por su coraje y dedicación. Esto es lo que me da más valor para continuar la lucha hasta que finalmente podamos vencer a la epidemia en Guinea”.

Preocupación

“El impacto de esta pandemia en la situación socioeconómica. Guinea ya vive una crisis económica sin precedentes y una pobreza extrema acelerada. Las consecuencias pueden ser mucho más graves en términos de falta de agua, de alimentos, de acceso a la atención médica, etc. Además, el riesgo de descuidar otras morbilidades debido a el COVID-19, como la malaria, las enfermedades diarreicas, las enfermedades crónicas (HTA, TB, diabetes, etc.). Con una capacidad de contagio bastante alta, lo que realmente me preocupa es saber que las existencias de equipos de protección no son suficientes”.

Bonnie, médica general, México. Hospital Auxiliar de Tijuana.

Trabajo

“Elegí ser médica porque desde pequeña crecí creyendo siempre en poder ayudar a los demás dentro de mis posibilidades, preservar su bienestar no solamente físico, sino biológico y psicológico. Desde que comenzó o se agravó la situación de el COVID-19, el acceso a las comunidades cada vez fue más complicado, se valoraron riesgos de seguir interviniendo en ellas, o ellas mismas empezaron a cerrar fronteras y con esto nos limitó el ingreso a ellas. Mi trabajo aquí consiste en monitorizar a los pacientes día y noche las 24 h, los 7 días a la semana, estar pendiente de ellos en cada momento puesto que el comportamiento de la enfermedad es muy variable y de un momento a otro puede cambiar el estado de los pacientes”.

Sentimientos

“Ha sido un desafío enfrentar día con día el sufrimiento de los pacientes, un sufrimiento físico por la condición tan delicada en la que se encuentran así como el sufrimiento mental secundario a un aislamiento, el no poder tener contacto con sus familiares. Un mensaje que me gustaría transmitir al personal de salud que está combatiendo la pandemia es que sigan luchando por lo que creen, que confíen en ustedes y en la persona que está al lado de ustedes. Pequeñas acciones hacen grandes cambios. De corazón, les agradezco lo que están haciendo”.

Preocupación

“Me preocupa la indiferencia y el escepticismo que se tiene entre la población y que a pesar de que el personal de salud, tiene que enfrentarse  día a día para salvar la vida de los pacientes y que esto impliqué poner en riesgo su vida y la de los que le rodean, aún existan personas que no creen en la enfermedad”.

José, médico, México. Hospital Auxiliar de Tijuana.

Trabajo

”Elegí estudiar Medicina tras descubrir que hay poblaciones muy vulnerables sin acceso a la salud. Por muchos años medité cuál sería la mejor forma de adquirir conocimiento y tener acceso a estos grupos poblacionales. Estudiar medicina fue la mejor opción. La pandemia es un asunto mundial en el cual todos tenemos una responsabilidad. La mía se convirtió en ser parte de un frente para combatirla. Ahora mi trabajo de comunidad y salud mental se ha convertido en la atención de pacientes con protocolos estrictos de seguridad en un ambiente hospitalario. El trabajo es arduo y limitado, debido al equipo de protección, pero sé que al hacerlo o contribuir en ellos estamos participando en el bien común, de nuestras comunidades, familias y nosotros mismos”.

Sentimientos

“La experiencia más desafiante ha sido dejarlo todo atrás y vivir aislado para dedicarme a la atención de personas que además de tener la infección tienen miedo de no volver a ver sus seres queridos. Trabajamos contra algo que no conocemos y no sabemos si saldremos ilesos”.

Preocupación

“Me preocupa la falta de conocimiento de este virus. Lo que hoy sabemos quizá no sea válido mañana y los protocolos que seguimos también cambian un día a otro. Además, los hospitales están llegando a su máxima capacidad y la gente se sigue enfermando y muriendo por otras cosas. Cuando levantemos el telón de el COVID-19 veremos todo lo demás que ignoramos por todo este tiempo”.

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