Atención materna en República Centroafricana: “La guerra no se trata solo de heridas de bala”

Una partera con un bebé recién nacido en Castors.Alberto Rojas/MSF

Bienvenidos al hospital de maternidad Castors, la “primera y última línea de defensa” para madres y recién nacidos en Bangui, la capital de República Centroafricana. El anestesista finlandés Kariantti, que acaba de regresar de su segunda misión con Médicos Sin Fronteras, comparte su experiencia en este hospital que salva vidas.

Trabajar en República Centroafricana siempre fue mi “sueño profesional”.

Desde hace algunos años he querido venir aquí para ayudar y, de ser posible, marcar la diferencia, aunque sea en algo pequeño. Cuando surgió la oportunidad, estaba más que feliz de poder ofrecerme para trabajar en este país, un lugar que está sufriendo un conflicto brutal.

Unos 570.000 centroafricanos viven ahora como refugiados en países vecinos y casi 690.000 personas son desplazadas internas, obligadas a abandonar sus hogares y sus medios de subsistencia para escapar de la violencia. El país tiene una población de 4,5 millones de personas y la mitad depende totalmente de la ayuda humanitaria para su supervivencia.

Adaptándome a la vida en Bangui

Si mi objetivo era ayudar a mujeres y niños, el hospital de maternidad Castors de MSF, en la capital, Bangui, era el lugar perfecto. En muchos sentidos, este hospital es la primera y última línea de defensa cuando se trata de atención materna y neonatal en el área.

Me ha tomado un tiempo poder adaptarme al hospital y a mi nueva tarea, ya que esta vez es específicamente sobre atención médica materna y neonatal. En mi última misión con MSF, en Yemen, realizábamos cirugías más generales a pacientes con una variedad de necesidades médicas y quirúrgicas.

Cartel en la entrada del hospital de maternidad de Médicos Sin Fronteras en Castors.

Y todavía siento que constantemente estoy luchando con mi francés. Siendo sincero, hace unos años no hablaba francés. Siempre quise aprender el idioma pero nunca pude encontrar el tiempo.

Después de formar parte de MSF, pude mejorar mi francés. Y, después de unos pocos cursos intensivos con MSF Suiza en Estocolmo y un sinfín de horas de autoaprendizaje, aquí estoy en África francófona haciendo mi mejor esfuerzo.

Afortunadamente, tanto el personal internacional como el nacional son muy comprensivos con mis errores en el idioma.

En cuanto a la situación de seguridad aquí en Bangui, puede variar según el barrio debido a las tensiones en curso. El más notorio de ellos (aunque no el único) es el distrito PK5, un escenario con mucha violencia. Esto ha tenido un efecto en la población de varias maneras, por ejemplo, dificultando aún más el acceso a la atención médica de lo que ya lo es en todo el país.

Bienvenidos a Castors

Aquí en Castors atendemos a una gran parte de los partos de la ciudad, y las complicaciones relacionadas con el parto. El hospital también brinda servicios de planificación familiar y ayuda a mujeres víctimas de violencia sexual.

Mi trabajo consiste en aplicar anestesia y brindar atención postoperatoria durante las cesáreas y otras operaciones obstétricas, junto con colegas internacionales y centroafricanos. También debo responder ante diferentes emergencias en el hospital… y la verdad es que situaciones difíciles no faltan, por decirlo suavemente.

El quirófano en Castors es pequeño, comparado a la gran cantidad de pacientes, partos y operaciones. Hay dos quirófanos y una pequeña sala de recuperación con espacio para cuatro pacientes, que a veces actúa como una especie de unidad de cuidados intensivos si debemos observar a un paciente por más tiempo.

Sí, las instalaciones son muy básicas y estamos constantemente luchando con los monitores rotos y las baterías gastadas. Pero, al final del día la mayoría del equipamiento es muy similar a lo que estoy acostumbrado. Solo hay menos de todo.

A pesar del aire acondicionado y de que haya suficiente personal, en minutos te ahogas en tu propio sudor. El olor a sangre, sudor y placenta se siente en el aire espeso.

Primeros pacientes

En mi primer día, ya nos estábamos quedando sin camas en la sala de recuperación debido a la cantidad de pacientes.

Normalmente hacemos entre tres y diez operaciones por día. Una de mis primeras pacientes tuvo una ruptura uterina masiva y había sangrado mucho antes de la operación. Afortunadamente, el ginecólogo pudo detener el sangrado y, después de recibir algunas unidades de sangre, la paciente ya se estaba recuperando de la operación y de la pérdida de sangre. El bebé, lamentablemente, ya había muerto en el útero.

Hubo poco tiempo para llorar la pérdida de una vida, ya que el día continuó con muchas más operaciones, incluyendo un embarazo ectópico (que se da fuera del útero). Esta paciente fue otro recordatorio de la situación actual en el país. Dado que es difícil obtener atención prenatal adecuada para las madres embarazadas, no es raro que haya embarazos ectópicos con complicaciones graves.

La guerra no se trata solo de heridas de bala. Implica también una infraestructura paralizada, sin muchos de sus servicios básicos, incluida la falta de atención médica adecuada. Las mujeres y los niños son los primeros en sufrir, porque a menudo no pueden llegar a los centros de salud, si es que hay un lugar al que llegar.

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