Un año de Ébola en República Democrática del Congo: así estamos combatiendo la epidemia

Un trabajador sanitario se coloca su equipo de protección personal para ingresar al Centro de Tratamiento de Ébola en Bunia (República Democrática del Congo), apoyado por Médicos Sin Fronteras.Pablo Garrigos/MSF

A un año del inicio del peor brote de Ébola en la historia de la República Democrática del Congo, el número de nuevos casos registrados semanalmente se acerca a sus niveles más altos desde el comienzo de la epidemia.

El mes pasado, en julio, entre 80 y 100 personas fueron diagnosticadas con la enfermedad cada semana. El brote también continúa extendiéndose geográficamente: Uganda vio a sus primeros pacientes con Ébola en junio, aunque habían viajado desde la RDC; mientras que Goma, una ciudad de 1,5 millones de personas, registró su segundo caso esta semana.

Después de que se declarara la epidemia el 1 de agosto de 2018, se lanzó rápidamente una respuesta masiva con la ayuda de herramientas que no estaban disponibles o eran muy limitadas en brotes anteriores de Ébola, como una vacuna en investigación y tratamientos en proceso de desarrollo.

A pesar de esto, el brote parece ir en la dirección equivocada y en julio fue declarado como una Emergencia de Salud Pública de Preocupación Internacional (PHEIC, por sus siglas en inglés). Desde agosto pasado, el Ébola ha infectado a más de 2,600 personas y matado a 1,700 en la República Democrática del Congo.

Un año después, es necesario revisar lo que se debe hacer actualmente para poner fin al brote.

Creando confianza en medio de la inseguridad

Se menciona con frecuencia la inseguridad como uno de los principales desafíos para la intervención del Ébola. El noreste de la RDC ha sido un área de conflicto activo durante el último cuarto de siglo y ahí abunda la presencia de grupos armados.

Además de esto, todavía no se confía en los trabajadores sanitarios asociados con la respuesta al Ébola. Han sido atacados, y a veces, como resultado, actividades cruciales como el seguimiento de contactos, la investigación de alertas o las campañas de vacunación, se suspenden, limitan o cancelan. En MSF lo sabemos muy bien: en febrero, los Centros de Tratamiento de Ébola de Katwa y Butembo fueron atacados, obligando a la organización a retirar a sus equipos de esos centros.

Integrando la respuesta al Ébola

Establecidos como un «sistema paralelo«, los centros de tratamiento y tránsito de Ébola están claramente separados de los centros de salud con los que las personas están familiarizadas. Como resultado, están envueltos en un aura de misterio y son vistos como lugares a los que las personas van a morir, una vez que han sido separadas de sus familias. La intervención debe mostrar más sensibilidad por las preocupaciones, temores y costumbres de la población al cuidar a los enfermos y respetar a los muertos, para construir una confianza mutua y una colaboración positiva.

La ventaja de las vacunas disponibles

A diferencia del brote de Ébola en África occidental en 2014-16, la vacuna en investigación rVSV-ZEBOV está mucho más disponible. Más de 170,000 personas han recibido la vacuna durante este brote a través de un enfoque de «vacunación en anillo«, dirigido a los contactos de pacientes confirmados con Ébola y trabajadores de primera línea.

Sin embargo, el suministro de esta vacuna ha sido limitado y se especula sobre una escasez de la misma, después de que las dosis de rVSV-ZEBOV fueran fraccionadas en mayo. Por esta razón, necesitamos transparencia sobre la disponibilidad actual de la vacuna rVSV-ZEBOV, no solo en términos de las cantidades totales, sino también de la línea de tiempo de producción de nuevas vacunas, su ubicación, y el destino de las dosis adicionales.

Si las dudas sobre su disponibilidad futura persisten, solicitamos a las autoridades congoleñas que reconsideren su oposición al uso de una segunda vacuna en investigación para contener el brote.

A medida que el brote entre en su segundo año, MSF priorizará el trabajo cercano con las comunidades para brindar atención médica a quienes la necesiten, y se esforzará por romper las barreras de desconfianza que están contribuyendo tanto a la propagación del Ébola como a un impacto potencialmente mayor de otras enfermedades en la salud.

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