Mortalidad infantil en Sierra Leona: “el bebé solo sobrevivió doce horas en nuestros brazos”

Bondayilahun, Sierra Leona, marzo de 2019: Fassineeh Kamera con su esposa. Hizo todo lo que pudo para salvarle la vida, y lo logró.Annette Leopold

Tamba Magnus Aruna es un promotor de salud que trabaja con Médicos Sin Fronteras desde 2005 y junto a su equipo visita aldeas remotas para ayudar a personas necesitadas. A menudo escucha historias como la de esta nota, que reflejan la dura realidad de Sierra Leona: un país con una delgada línea entre la vida y la muerte.

Tamba Magnus Aruna, promotor de salud de Médicos Sin Fronteras (MSF), lucha contra las altas tasas de mortalidad infantil y materna en Sierra Leona. Con su equipo, visita aldeas remotas para ayudar a las personas necesitadas.

Fassineeh Kamera es un joven de Bondayilahun, una aldea del distrito de Kenema. No pudo salvar la vida de su quinto hijo, pero al menos pudo salvar la de su esposa embarazada. Se sienta junto al promotor de salud Tamba en un banco de madera a la sombra de su casa y cuenta su historia. Quiere que todo el mundo sepa lo que le pasó a su familia hace cuatro años.
 
Fassineeh estaba trabajando en una aldea lejana cuando recibió una llamada desde su casa. Su esposa estaba embarazada de siete meses cuando comenzó a sangrar repentinamente. Quería volver a casa de inmediato. Sin embargo, el viaje era largo y costoso. “Tuve que vender mis zapatos para conseguir el dinero”. Después de llegar a su casa, caminó varios kilómetros a través de la selva con su esposa embarazada. Horas más tarde, finalmente llegaron a un puesto de salud con un banco de sangre vital.

Bondayilahun, Sierra Leona, marzo de 2019: el promotor de salud, Tamba Magnus Aruna, visita regularmente aldeas como Bondayilahun para informar a la población sobre temas de salud.

Una triste decepción

Fassineeh le donó sangre a su esposa y estaba lleno de esperanza. De hecho, poco tiempo después, escuchó el primer llanto de su hijo. “Quería bailar de alegría”, expresó, si no le hubiera faltado la fuerza. Estuvo acostado en la cama del hospital junto a su esposa y el bebé. Sin embargo, la felicidad duró poco tiempo. “El bebé sobrevivió doce horas en nuestros brazos. Después, lo perdimos”. La ayuda médica había llegado demasiado tarde.
 
Este no es un incidente aislado, sino una realidad en Sierra Leona, un país con una delgada línea entre la vida y la muerte: uno de cada cinco niños del distrito de Kenema muere antes de cumplir los cinco años. Las mujeres embarazadas y las madres de aldeas remotas suelen llegar demasiado tarde, si es que llegan, a los pocos centros de salud que existen. Tamba Magnus Aruna quiere cambiar eso. El promotor de salud trabaja con MSF desde 2005. Periódicamente, él y su equipo visitan aldeas como la de Bondayilahun. A menudo, los niños corren hacia él y lo saludan con una sonrisa apenas lo ven llegar.
 
Todas las personas de la región saben su nombre. Dado que muchas personas no saben leer ni escribir, Tamba les muestra carteles coloridos con ilustraciones. Le informa a la población sobre la prevención de salud y sobre qué hacer en casos de diarrea o malaria. Traslada a los pacientes con afecciones graves a uno de los diez puestos de salud regionales de MSF.

Sierra Leona, marzo de 2019: una cálida bienvenida: los niños están felices de ver al promotor Tamba Magnus Aruna.

La importancia de la sensibilización

Tamba anima a la población a abordar cuestiones delicadas. Una madre de cinco hijos expresó: “En el futuro, me gustaría decidir por mí misma si quedar embarazada y cuándo hacerlo”. Cuando se trata de preguntas sobre la anticoncepción, el VIH y la planificación familiar, se necesita un instinto seguro. El equipo móvil ayuda con las consultas médicas. Para Tamba, ningún obstáculo es demasiado grande como para llegar a las personas que más necesitan su ayuda. Sin embargo, también los sufre: “En la temporada de lluvias, a menudo quedamos atrapados en el barro durante horas”.
 
En casos de emergencia, los minutos pueden decidir sobre la vida o la muerte. En las aldeas sin electricidad, los nacimientos en el hogar se llevan a cabo a la luz de las linternas. Las complicaciones suelen terminar fatalmente, recuerda Tamba, “ver morir a una madre mientras intenta dar a luz a un niño le parte el corazón cualquiera”.

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