A las puertas de la época del año con más malaria y desnutrición, la ayuda humanitaria apenas llega y las condiciones de vida continúan deteriorándose.
El conflicto entre Boko Haram y el ejército nigeriano y los reiterados ataques de los insurgentes contra la población civil en el noreste de Nigeria, han provocado la huida de miles de personas de sus hogares en busca de seguridad.
El número de pacientes con meningitis se redujo casi un 98 % en Niamey, la capital del país. La epidemia aún no ha concluido y continúa la vigilancia epidemiológica.
Entrevista con Aissami Abdou, coordinador del proyecto de MSF en Diffa, en el sureste de Níger, sobre la situación de las miles de personas que huyeron del lago Chad a principios de mayo.