Crisis migratoria: los gobiernos de América Latina y el Caribe deben actuar de forma inmediata

Exhortamos a los gobiernos de América Latina y el Caribe a que actúen de forma coordinada para hacer frente a la crisis humanitaria que sufre la población en movimiento en el continente, que alcanza números récord este año.

Este domingo 22 de octubre se llevará a cabo en Palenque, Chiapas (México), un encuentro de mandatarios latinoamericanos convocado por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. El objetivo de la cumbre es evaluar y trabajar sobre las causas de la crisis migratoria.

Nuestro mensaje para los líderes de la región acerca de la crisis migratoria en América Latina

“Estamos asistiendo a una crisis humanitaria sin precedentes, con un número inédito de personas migrantes que sufren las consecuencias de la inacción, la falta de atención y la ausencia de coordinación en proveerles de servicios básicos”, explica Gemma Domínguez, nuestra coordinadora general de proyectos en México, que añade: “Esperamos que tras esta reunión de altos dignatarios, el enfoque cambie hacia las causas de la migración, porque lo que observamos son prácticas de control y restricción de movimientos,  que provocan estigmatización, precarización de las condiciones de vida y un mayor riesgo para estas poblaciones”. 

La falta de servicios hace que, en general, en toda la geografía mexicana, e incluso en la capital del país, se produzcan aglomeración y hacinamiento de personas migrantes, que se ven obligadas a vivir en asentamientos informales, en la calle, en condiciones insalubres.  Esta situación afecta gravemente su salud física y emocional, pero también las expone a mayores riesgos en ciudades fronterizas peligrosas donde son víctimas de distintos tipos de violencia.

Esta violencia no se limita a México, sino que está presente a lo largo de la ruta en el continente. Alcanza máximos en la selva del Darién, donde las personas migrantes se enfrentan a un camino de brutal dureza durante días en el que además se exponen a criminales que los roban con violencia extrema, en la que se incluye violencia sexual. También es visible más al norte en Honduras y Guatemala, donde las personas atendidas por nuestra organización relatan los abusos a los que son sometidos, incluso por algunos funcionarios oficiales.

Las necesidades sanitarias de la población migrante

Si la violencia es denominador común a lo largo de la ruta, lo es también la acuciante falta de servicios básicos que, combinados, suponen un riesgo enorme para la vida y salud de las personas migrantes. A la imposibilidad de abastecerse de comida y agua potable por falta de dinero tras haber sido asaltados o extorsionados en la ruta, se suma el hacinamiento y la falta de servicios de saneamiento al que se ven expuestas estas poblaciones. 

Las patologías y los pacientes atendidos por los equipos de nuestra organización reflejan las condiciones pésimas de vida en la ruta:

  • Diarreas y enfermedades gastrointestinales por beber agua no potable.
  • Enfermedades respiratorias por dormir a la intemperie.
  • Heridas abiertas en la piel por extensas jornadas de caminatan.
  • Niñas y niños con peso inadecuado por falta de comida.
  • Mujeres embarazadas sin control prenatal.
  • Heridas y magulladuras.
  • Agotamiento extremo, etc.

A esto se le suma el impacto en la salud mental de las personas que migran. 

“Son familias enteras, mujeres, bebés, adolescentes, niños e incluso ancianos. Su exposición a la violencia es mayor, así como su vulnerabilidad y sus necesidades. Los gobiernos de la región les dejan tremendamente desprotegidos”, considera Luis Eguiluz, nuestro jefe de misión en Colombia y Panamá. “Migrar no es un delito. El blindaje de las fronteras y su militarización, o las políticas represivas de deportación y persecución no reducen los flujos migratorios, sino que conducen a las personas migrantes a las mafias criminales y reducen su acceso a los servicios básicos”, añade.

Eguiluz recuerda que nuestros equipos trabajan asimismo en los países de salida de la población migrante y son testigos de los niveles de violencia directa y estructural de los que huye:

“La migración seguirá ocurriendo, inevitablemente, y tenemos que estar preparados para proteger y atender a los que migran. Los líderes políticos tienen mucho por hacer y tienen que hacerlo ya si de verdad quieren evitar mayor sufrimiento”, concluye. 

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